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LOS MEJORES AGUACATES LLEGAN AL CORAZÓN DE MADRID

Este proyecto nació hace muchos meses, cuando un grupo de amigos palmeros –que viven entre Madrid y La Isla Bonita– decidió abrir en pleno Chueca un pequeño local para vender exquisiteces de su isla, con el aguacate como producto estrella.

Este sueño tenía que haberse materializado a principios del pasado mes de octubre, cuando los primeros ‘antillanos’ o ‘piel lisa’ ya estuvieran maduros en los aguacateros de las fincas de La Palma. Unos árboles que se conservan exclusivamente por el valor sentimental, que no comercial, que tienen, pues son variedades muy difíciles de exportar. Casi todas las viejas fincas custodian un par de ellos simplemente porque “fueron plantados por el abuelo, o el bisabuelo, y no queremos injertarlos con las variedades más comerciales, que son las todo el mundo conoce”, asegura un agricultor, que es uno de los proveedores de La Gaveta.

El proyecto se retrasó. Primero, un terrible incendio asoló el pasado agosto las medianías de la zona oeste de la isla. Luego, este terrible volcán, aún sin nombre, que ha destrozado el Valle de Aridane arrasando con su lava al sector primario, entre otras muchas cosas. Pero nada puede con la ilusión de querer compartir estos delicados manjares que forman parte del día a día de La Palma y que, sin embargo, son unos grandes desconocidos fuera de Canarias. Nada puede apagar el sueño de estos palmeros.

Poco se puede añadir sobre las bondades de los aguacates. Nada que ‘foodies’, gastrónomos o amantes de la alimentación sana no sepan ya. Salvo una cosa: los de La Palma no tienen nada que ver con cualquier otro que nadie haya probado. Esta fruta forma parte de la dieta de todos los palmeros desde hace mucho tiempo, cuando en otras zonas peninsulares solo formaban parte de la dieta de unos pocos privilegiados. Son muchas las variedades que allí se cultivan, algunas grandes desconocidas porque no se exportan por no ser comerciales, como los Antillanos o Anayen. Estos últimos pueden llegar a pesar hasta un kilo, son muy comunes en la  frontera entre Colombia y Venezuela; llegaron desde el continente americano a la isla de la mano de don Francisco Duque en los años 50 del pasado siglo, y se conservan muy pocos árboles. El clima y la tierra de origen volcánico hicieron el resto. Incluso el Hass, el más frecuente en el mercado, pre- senta diferencias físicas y de sabor. Esta es la fruta que llega a La Gaveta de los Aguacates de La Palma. Y además, una serie de productos cien por cien palmeros: sal de las Salinas de Fuencaliente (el complemento perfecto para el aguacate), mojo, gofio, repostería… Y mangos o una serie de hortalizas y frutas que son el abc de la gastronomía local, y aquí unas completas desconocidas.

APOSTAR POR UN COMERCIO MÁS HUMANO Y CERCANO

Estamos a punto de salir de una pandemia que nos ha tenido aislados. Por eso, en plena era de globalización digital y fomento de impersonales compras a golpe de ‘click’, La Gaveta de los Aguacates de La Palma quiere también recuperar el comercio de barrio. En este caso, un trato doble personal: el del pequeño agricultor con nuestro distribuidor y con punto de venta (aunque uno esté en La Palma y el otro en Madrid); y el del cliente tanto con el producto como con quien lo vende. Es recuperar el concepto de ‘la tienda de la esquina’ para bajar a comprar en el barrio, con servicio de distribución por la zona, y adaptado a los nuevos tiempos con encargos o reservas por Whatsapp para el cliente fiel. Y es esa cercanía y mimo con el género la que permite también recoger la fruta con un grado de maduración más avanzado, algo que se refleja en el sabor.

Un pequeño local en el corazón de Chueca será el punto de encuentro. Un pequeño –pero muy sabroso– trozo de La Palma en el corazón de Madrid. Eso es algo que ni siquiera el volcán puede parar: el sueño de unos palmeros que aman tanto a Madrid como a su tierra canaria. Por eso quieren traer aquí lo mejor de su isla.